La ciudad se quedó a oscuras, las farolas nos evitaban, los edificios se perdían a medida que nos acercábamos, las cafeterías cerraron antes de tiempo y todo se quedó para dos. Recuerdo aquella bufanda enorme que solo dejaba ver tus ojos, recordarás aquella avenida solitaria llena de enormes arboles que soplaban rabiosos en cada suspiro de Enero. Podrás retener aún en tu mente aquel paraguas que se fue con el viento y dejó que nos empapáramos en plena calle. Esa calle llena de escaparates a todo color, de ilusiones, de cámaras de fotos capturando cada lugar, esa calle de grados bajo cero.

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